Andrei. Amadeo. Armand.

::Análisis del vampiro Armand::

Uno de los personajes más complejos de la historia de Anne Rice: Armand, el eterno joven cuyo rostro emula a un ángel de pintura de Boticcelli. Una criatura aparentemente frágil a la que todos quisieran tener (literal), pero al mismo tiempo muy temida, porque detrás de ese físico infantil hay una criatura de casi medio milenio de existencia, el hijo de un vampiro poderoso, jefe de la asamblea de Paris y los Hijos de las Tinieblas. Recuerdo la impresión de Louis al verlo por primera vez en esa calle parisina y lo que paulatinamente provocó en él, a diferencia de Lestat que fue masacrado en Confesiones de un Vampiro. Si, Armand resultó ser alguien fascinante, sabio, maduro, compartido, protector, un maestro perfecto para Louis, alguién que usó todos estos poderes… pero para mal.

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Me cuesta bastante hacer esto, porque Armand es una de mis adoraciones más grandes, pero no puedo ponerlo como santo, cuando sé a la perfección que tiene un oscuro historial. Y no sé, tal vez llegué a los extremos en mi criterio, pero ahora que he releído un poco de su historia me hago esta pregunta: ¿cómo es posible que ame un personaje en la misma proporción en que lo detesto? (perdón a la persona a quien le robé esta frase). Sí, es un tipo que ha tenido grandiosas experiencias, ha estado presente en diversas épocas (¿qué no daría yo por haber presenciado la existencia de Enrique VIII, Lutero, Shakespeare o Descartes?), un joven que tuvo como Maestro a uno de los hombres más excepcionales, racionales, educados, sabios y amables; una criatura que conoció a otros de su especie nacidos en diversas épocas. Parecería que éste sujeto sería excelente alumno, sin embargo no aprendió absolutamente nada. Sí sí sí, los demás amantes de Armand me lloverán con comentarios referente a su madurez, a su conocimiento, a su melancolía y  cuestionamiento sobre la inmortalidad; y es cierto. Esa mezcla de un hombre maduro, poderoso y observador en el cuerpo de un hermoso chico de 17 años nos resulta fascinante (por eso me pregunto y me pregunto ¿quién en su sano juicio metió a Banderas en la película? Que es sexy, pero encarnando a Santino). Pero es desconcertante, ya analizándolo, que alguién así no se preocupe ni tantito por evolucionar. Me parece de esos chicos listos que aprende una lección tal cual está en un texto, y nunca se pregunta ¿Por qué es ésto?, ¿No hay otro método? etc; se quedó con la vieja escuela perfecccionista de Marius, aunada a sus cuadradas creencias cristianas, en las que entra la idea de que los vampiros son obra del mismísimo Satanás y que por ende son sus servidores (¿me puedo reír?). Marius bien se lo dijo a Lestat, las preguntas de los que nacieron bajo el yugo cristiano son compleatamente diferentes a las de los nacidos en una era racional. Pero fuera de las ideas, costumbres o tiempos, Armand podrá ser muy maduro en mil cosas, pero sigue siendo un niño necesitando la compañía de otros, sentirse dominado por una idea o por una persona, continúa dentro de él ese niñito violentamente raptado en los campos Ucranianos y vuelto esclavo al que una buena noche, le llega un héroe anónimo a rescatarlo de un destino incierto y cruel, pero finalmente es esa personita desvalida que halla a su salvador, llámese Marius, Santino, Alessandra, Lestat, Louis o Daniel (Sybelle y Benji ya forman parte de la era racional de Armand así que no cuentan), es alguién que se tiene que aferrar a algo para “sobrevivir”, el cambia… pero de amo (perdón por la crueldad), aunque también el buen Armand la hace de ser dominante, porque oh! es débil pero no tonto. Pareciera es masoquista y al mismo tiempo es un completo sádico. Su relación con Daniel es el mejor ejemplo: Daniel representa la compañía y da todo lo que puede para agradar al periodista, y éste lo puede detestar por esa obsesión, ¿pero quién es el del dinero y el del Don Oscuro que le ofrece seguridad? ¿Qué será más? ¿Sádico o masoquista? Mitad y mitad, opino yo.

Tal como dijo Lestat, es esclavo de sus sentimientos: “Siempre he sido un rebelde. Tú, en cambio, has sido esclavo de todo lo que ha ejercido poder sobre ti”. ¿A cuántas personas no conocemos así? ¿Que por más que se los esté cargando el diablo siguen en la misma situación porque es más cómodo quedarse en donde están? Yo, he de confesarlo sin miedo alguno, llevé mi vida así en una relación, hasta que de manera tajante y de un golpe se derrumbó… ¿y el tiempo perdido? Afortunadamente yo no pasé quinientos años en lo mismo y con eso me doy por bien servida.

Me da la impresión que detrás de ese ser temible se guarda un niño aterrado. El miedo a no tener, a perder, a no estar; y sí, admiro a ese joven que pudo sobrevivir siglos separados de su gran amor, un chico que desde su propio mundo es más cauteloso, observador y astuto, a diferencia de sus compañeros en la asamblea de París y posteriormente en el Theatre Dês Vampires. Sería interesante charlar con alguíen así, escuchar otro punto de vista (como Louis) a esa pregunta eterna: ¿Qué somos y porqué estamos aquí?

No obstante, Armand no aprende, vamos Armand no crece. Su dolor le hace egoísta y posesivo, es irracional, no solo para Lestat, sino para muchos:

”Cuando alguien pone de manifiesto su dolor de forma tan torrencial, uno queda obligado a respetar el conjunto de la tragedia. Uno tiene que intentar compender. Y esa impotencia, esa desesperación, me resulta casi incomprensible. Por eso pienso en Marius. A él lo entiendo. A ti no.”

¿Porqué usar su dolor como estrategia para conseguir amor y no usarlo como experiencia para cambiar? Es vampiro, es un ser egoísta, manipulador, cruel y poderoso, que lo mismo le toma cariño a un humano del que antes era apático, que lo mismo acaba destripando sin piedad a un drogadicto violento.

Armand es la imágen de ese vampiro tan sublime, pura y compleja, con altas y bajas, que lo mismo forma que destruye, alguien que aunque sea a la mala, busca lo que millones de seres humanos buscamos eternamente: El amor, y seguramente su propia inmadurez lo exime de ser un despiadado monstruo. Nadie como Armand, Amadeo, Andrei, es el vivo ejemplo de la pasión e intensidad con la que podemos sentir.

Esa misma pasión que nos lleva a muchos a crear, a existir, a salir adelante. Y me quedo con esa parte de Armand, porque también el ser niño lo lleva a tener ímpetu y curiosidad; si no, vean que después de que Lestat destruyó la asamblea de París y Louis quemó el Theatre Dês Vampires, exploró su entorno. Éste personaje es la perfecta inmadurez y eso lo hace terriblemente irresistible.

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